Cuando dejamos crecer el enojo la hostilidad e irritabilidad se apoderan de nuestros sentimientos, a tal punto que se pierde el control de nuestros actos, acciones y de nuestras expresiones, tendemos a decir palabras hirientes, groseras y de mal gusto, en algunas ocasiones las personas con mucha ira tienden a agredir físicamente a otros, se pierde el respeto por los demás, y en ocasiones, por nosotros mismos, ya que nos exponemos a situaciones desagradables.
La ira debe ser controlada y manejada con inteligencia, ya que la ira nos puede hacer perder familiares, amigos y empleos importantes.
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