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CANTO Y PROCESIÓN DE ENTRADA: Entonamos un canto apropiado con mucha alegría. El canto de entrada se introdujo en la liturgia romana en el siglo V. La procesión simboliza el camino que recorre la Iglesia peregrina hasta la Jerusalén celestial.
El sacerdote llega al altar, lo besa y, según el caso, lo inciensa. La incensación es un símbolo de honor, de purificación y santificación. Luego hace la señal de la cruz.
B. SALUDO DEL SACERDOTE QUE PRESIDE: Recuerda los saludos epistolares de san Pablo a las primeras comunidades cristianas.