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Las consecuencias de estas dos epidemias se hicieron evidentes en la
evolución de la población. En los bautizos, que reflejan los nacimientos,
se percibió el principio de un estancamiento que se prolongó el resto del
siglo. Incluso al medir la diferencia entre nacimientos y decesos de los
años de 1762 y 1764, el resultado fue de -202 y -223 respectivamente, es
decir, se registraron más muertos que nacidos, cuando generalmente la
diferencia era favorable a los nacimientos