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no lo sé
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yo soy de primero de la ESO
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Cuando hablamos de modernidad y posmodernidad, nos referimos a dos paradigmas filosóficos y culturales diferentes, que definen a grandes rasgos la manera de pensar del mundo occidental desde finales del siglo XV hasta comienzos del siglo XXI.
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Se trata de dos tendencias de pensamiento que presentan puntos de contacto y grandes puntos encontrados, sobre todo porque el pensamiento posmoderno es la crítica o puesta en crisis del pensamiento moderno.
Es importante entender que no hablamos aquí de dos épocas diferentes, aunque a cada paradigma, en efecto, le correspondió un momento histórico de nacimiento. Pero, aunque el surgimiento de la modernidad en el siglo XV como esquema de pensamiento occidental fue lo que le dio a la Edad Moderna su nombre, no debemos por ello confundir la doctrina de pensamiento y la división histórica. Sobre todo porque no existe una “era posmoderna”.
En todo caso, la modernidad surgió a finales del Medioevo, como una corriente de pensamiento racionalista. Así, rompió con la tradición religiosa medieval y sentó las bases para el surgimiento de la ciencia tal y como hoy la conocemos.
Fruto del pensamiento de filósofos como René Descartes (1593-1650), situó al ser humano en el centro del mundo conocido (en lugar de a Dios) y lo hizo dueño y responsable de su destino. Por eso, el pensamiento moderno fue muy propenso a perseguir las grandes utopías sociales y los grandes proyectos ilustrados, tal y como los intentó la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad, Fraternidad.
En cambio, la posmodernidad surgió como concepto a finales del siglo XX, agrupando un conjunto muy diferente de tendencias estéticas, filosóficas, artísticas y culturales que, luego de acontecidos los numerosos y trágicos eventos del siglo XX, desconfiaban de las promesas de la modernidad.
La posmodernidad se oponía particularmente a la idealización del desarrollo científico y tecnológico, que prometía que jugaría siempre a favor del bienestar del ser humano: dos bombas atómicas parecieran afirmar lo contrario.
Así, la diferencia fundamental entre modernidad y posmodernidad tiene que ver con su postura frente al “progreso”: mientras la primera lo persigue a toda costa y lo ubica como el objetivo a alcanzar, la segunda lo mira con recelo, con suspicacia. Por eso es frecuente decir que la posmodernidad es la etapa de crisis de la modernidad, su momento de quiebre y transformación.
Esta y otras diferencias pueden resumirse de la siguiente manera:
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